Entre rachas y desafíos: la vida cotidiana a través de las plataformas digitales

Humanidades LIAS -Entre rachas y desafios
Autoras: Pamela Chaia y Paula Martínez Stoessel - Fundadoras de Aliadas Tech

Comienza el día con una alarma que suena mientras en la pantalla se nos propone “posponer” o “detener”. En general, deslizamos el botón para alargar un poco más ese momento de descanso sin advertir que ya nos sumergimos en el mundo digital. Revisar lo que no vimos el día anterior, repasar las notificaciones, activar recordatorios y una serie de acciones que mezclan el trabajo, la vida social y el entretenimiento en un solo dispositivo. Las plataformas nos ofrecen propuestas variadas y cada una de ellas tiene una llamada a la acción: ¿qué reto superarás hoy? 

La discusión acerca de la ‘‘dependencia’’ a las apps y de lo difícil que resulta desengancharse de los consumos digitales está en foco. No es casualidad que esta conversación tenga lugar en un contexto donde la productividad y la eficiencia son altamente valoradas a la vez que nos agobia una vida cotidiana plagada de ansiedad, sobreinformación e incertidumbre ante el presente y el futuro. La cuantificación de todas nuestras experiencias es parte de este proceso.

Resulta evidente que el tiempo de conexión que pasamos en cada plataforma no es casual. Cada acción está diseñada para dar continuidad a la siguiente: completar ciertos eventos para subir de nivel, enviar mensajes para no perder una racha, caminar una cantidad determinada de pasos para mantener el ritmo semanal, o alcanzar los descuentos del mes en la billetera virtual. Todos estos recorridos funcionan como una zanahoria que, cuando parece estar a nuestro alcance, vuelve a alejarse.





Aunque muchas veces lo naturalicemos, hay cierto modelo de dependencia que va más allá del tal mencionado “algoritmo de recomendaciones”. Un sistema en el que el mejor contrincante es el tiempo, nuestro mayor reto es sostener la atención y nuestro nivel de progreso estará directamente ligado a permanecer dentro de cada aplicación. Las plataformas quieren “que estemos ahí”. Pero, ¿cómo lo logran?

Esto se debe a lo que los especialistas en psicología denominan ‘‘sistemas de recompensa variable’’ que, a grandes rasgos, se basan en la generación de loops de dopamina bajo la promesa de conseguir siempre algo novedoso o superador, incluso una sensación agradable o una emoción, lo que nos mantiene en esa búsqueda constante de gratificación. Nuestra actividad en el mundo digital también tiene un componente emocional y quienes desarrollan estos entornos lo saben. 

Además, desde hace tiempo, la gamificación dejó de ser un recurso exclusivo de los videojuegos para integrarse en los procesos de aprendizaje y, actualmente, también es parte de estrategias de marketing y engagement. Es por este motivo que actividades de la vida diaria como hacer las compras, conocer a alguien o realizar un trámite, dentro de las plataformas digitales, terminan pareciéndose a un juego.

Plataformas para aprender idiomas como Duolingo, aplicaciones de mensajería como Snapchat o de videos como TikTok comparten una misma estrategia de “enganche”: incorporan dinámicas que generan sensaciones de pérdida o frustración cuando interrumpimos la interacción y con la incorporación de la IA estos procesos son cada vez más automatizables y eficientes.



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El rol de la IA en la personalización de la experiencia

Todas las acciones que realizamos en Internet conforman nuestra huella digital. En algunos casos ofrecemos intencionalmente nuestros datos al publicar fotos o videos, realizar comentarios o interactuar con otras personas, pero incluso, simplemente navegar por la web permite que los sistemas de recopilación obtengan información sobre nuestros intereses y comportamientos online.

El volumen de datos que generamos es tan grande que hace tiempo que su análisis depende de complejos algoritmos y procesos de automatización optimizados con inteligencia artificial. La incorporación de IA no sólo habilita una respuesta más rápida, sino que puede personalizar nuestra experiencia de forma minuciosa.

Actualmente, los comportamientos de los usuarios – principalmente dentro de los teléfonos inteligentes- son motivados, sostenidos o, incluso, predecidos, de manera automática por los sistemas de inteligencia artificial. Las acciones dentro de las plataformas generan patrones que pueden recibir motivaciones para no “abandonar la lección antes de la cena” o recordarte que es tu momento de “tomar agua” si activás el monitoreo de salud de tu dispositivo.

A la vez, las experiencias son absolutamente personalizadas según lo que se detecta en base a gustos e intereses. En este sentido, los videos recomendados bajo cierto algoritmo, el entrenamiento que le damos a una red social al scrollear o guardar un posteo ajustará las sugerencias y adaptará el ofrecimiento del contenido a nuestros hábitos. 

El ejemplo de Snapchat con el uso de “rachas” es otro aspecto que ilustra la motivación por mantener, en este caso, los vínculos virtuales. La app nos invita a alcanzar y sostener ‘‘rachas’’ con amigos al enviar mensajes todos los días. Si lo logramos, obtendremos una insignia. En el caso de Tik Tok sucede algo similar: si dos personas envían mensajes durante tres días seguidos, aparece una insignia que crece mientras continúe el intercambio diario. Si pasan 24 horas sin actividad, la racha se pierde, aunque en algunos casos puede restablecerse. La app envía notificaciones cuando una racha inicia o está por terminar. 

¿Prácticas o aprendizajes? Duolingo sabe de eso y lo muestra a través de su ícono que puede estar satisfecho si mantenemos las lecciones, irascible si las abandonamos, o hecho un glitch cuando tiramos la toalla. Lo visual, lo emocional y las experiencias gamificadas son parte de la automatización que, además, nos moviliza, por lo cual es lógico apelar al protector de rachas cuando el desafío de sostener nos juega malas pasadas con las ocupaciones diarias.



Entre regulaciones y soberanía digital

En algunos sectores, poder desconectarse al menos un rato de los consumos digitales aparece como un posible escape. Aún así, las acciones individuales no alcanzan ante un problema profundamente social, cultural y político, que requiere acciones colectivas y la intervención de un Estado cada vez más alejado de las necesidades de la ciudadanía. 

Las posibles consecuencias de la delegación cognitiva a los dispositivos y algoritmos, la utilización de pantallas y plataformas virtuales desde los primeros años de vida, la problemática de las apuestas online por parte de menores de edad, la ansiedad y la depresión en personas cada vez más jóvenes son aspectos que se abordan de manera crítica desde la ciudadanía digital. 

Si creemos que somos nosotros, en nuestra individualidad, los únicos responsables de esta dependencia digital, probablemente caigamos en una trampa. Como lo indicamos antes las redes sociales, las plataformas digitales y los dispositivos son diseñados, optimizados y programados para captar y retener nuestra atención.

Esta situación, cada vez más frecuente, masificada y plagada de algoritmos opacos abre las preguntas que Kate Crawford plantea acerca de‘‘qué se está optimizando, para quién y quién toma esas decisiones’’. No sólo son preguntas para los usuarios, son preguntas para los Estados y las instituciones. 

Ante un panorama de tantas incertidumbres, retomar la conversación sobre la soberanía tecnológica es urgente. Hacer uso de la tecnología no es suficiente, necesitamos desarrollarla para beneficio de la ciudadanía. Como explica Flavia Costa esto ‘‘implica invertir, como Estado y como sociedad, en el desarrollo de infraestructura crítica, de hardware y de software de código abierto para no entregar la información sensible de los ciudadanos a empresas transnacionales’’. Si hablamos específicamente de la IA, las instituciones tienen un rol indispensable en prevenir y mitigar sus daños pero también en visibilizar los intereses que se despliegan durante su desarrollo. La IA no es neutral, así como no lo son su contexto de creación y de uso. 

Los ámbitos educativos no escapan a estas transformaciones o debates y son contextos propicios para ampliar el diálogo y la creación de estrategias colectivas de abordaje de las problemáticas asociadas a nuestro vínculos con las tecnologías digitales, así como de conformar estrategias sólidas de educación digital. Celebramos estos debates y nos sumamos a crear nuevas formas y acciones para el bienestar digital y la construcción de una perspectiva crítica de la tecnología.



¹ Crawford, K. (2022). Atlas de inteligencia artificial: poder, política y costos planetarios. Fondo de Cultura Económica.
² Costa, F. (2022). Tecnoceno: algoritmos, biohackers y nuevas formas de vida. Taurus.



Aliadas Tech es un proyecto nacido en la ciudad de Mar del Plata que busca crear espacios de abordaje colectivo de las problemáticas y debates vinculados a la cultura digital.