Apuntes sobre el lenguaje inclusivo de género.

Una mirada desde las ciencias del lenguaje.

“El lenguaje es el medio principal a través del cual creamos el mundo en que vivimos.”

M.A.K. Halliday

- Ideas sobre el lenguaje

Pocos fenómenos relacionados con el lenguaje en uso han suscitado tanto interés y tanta polémica en el ámbito público como el que se conoce popularmente como “lenguaje inclusivo”.

El altísimo grado de atención que recibe es directamente proporcional a la cantidad de voces que, desde distintos ámbitos, intervienen en la discusión, discusión que no pocas veces culmina en la agresión y el conflicto en tanto quedan involucradas dimensiones lingüístico-gramaticales, pero también y fundamentalmente, relaciones de poder, luchas identitarias y (des)afiliaciones político-partidarias que suelen quedar supuestas, implícitas, por debajo de la discusión sobre el “buen uso” o “el uso correcto” del lenguaje.

La etiqueta “lenguaje inclusivo” se impuso fuertemente en la discusión pública, aunque conviene no perder de vista algunas cuestiones. En primer lugar, es importante introducir un matiz y aclarar que, en rigor, no es el lenguaje en sí mismo sexista o inclusivo sino que somos sus hablantes quienes elegimos los recursos que nuestra lengua provee con el objetivo de incluir o excluir, visibilizar o ridiculizar a otras personas (como señalan muy claramente, entre otrxs, Menegotto 2021, Menéndez 2021, Trombetta 2021). En segundo lugar, dicha denominación suele usarse específicamente para designar al lenguaje inclusivo de género, esto es, al conjunto de recursos lingüísticos empleados estratégicamente con el fin de visibilizar identidades de género. En tercer lugar, no siempre es utilizada con el mismo alcance: algunas veces refiere al conjunto de recursos y estrategias que permiten visibilizar a las mujeres en el discurso; otras, al conjunto de recursos y estrategias que permiten visibilizar a todas las identidades de género, incluidas las no binarias. Resumir este panorama complejo en unas pocas palabras es imposible, pero sí podemos asumir el desafío de presentar algunos apuntes desde la mirada, o las miradas, de las ciencias del lenguaje y tratar el lenguaje inclusivo como un problema, es decir, como una cuestión que se intenta aclarar.

Comencemos por adoptar un punto de vista formal para ver cómo se manifiesta el género gramatical en la estructura lingüística. En español, la categoría gramatical género se manifiesta (aunque no de la misma manera) en distintas clases de palabras (sustantivos, adjetivos, pronombres, artículos). Las propiedades del género como categoría gramatical se cruzan con la posibilidad de expresar las identidades de género. Tomemos como punto de partida para una descripción simplificada el caso de los sustantivos que se refieren a personas. Básicamente, las gramáticas (ver RAE y ASALE 2009, Menegotto et al. 2014) definen tres grupos de sustantivos en función de cómo se manifiesta en ellos el rasgo género gramatical: algunos sustantivos presentan distintas terminaciones para el masculino y el femenino, esto es, varían en género (amig-o /amig-a, niñ-o/ niñ-a; jef-e/ jef-a); otros, los comunes en cuanto al género, no varían pero pueden combinarse con un artículo masculino o femenino con lo que el género se manifiesta exclusivamente a través de la concordancia (el/la artista, el/la testigo); finalmente, el tercer grupo es el de los sustantivos que poseen género inherente, es decir, presentan un único género (masculino o femenino) y una única concordancia: algunos, los heterónimos, refieren la identidad femenina o masculina mediante palabras de diferente raíz (el yerno/la nuera, el hombre/la mujer) mientras que otros, los llamados epicenos, pueden designar personas de cualquier identidad de género (una persona, un personaje femenino o masculino). 

En ese panorama, el “lenguaje inclusivo” constituye una reacción al denominado masculino genérico, esto es, a la supuesta capacidad del masculino singular para designar a toda la especie (como en Feliz día del niño) y del masculino plural para designar grupos integrados no solo por hombres (en Bienvenidos alumnos de primer año, como señala claramente Andrea Menegotto (2022), la interpretación es ambigua: puede designar un grupo de alumnos varones exclusivamente, o de varones y mujeres). Esta discusión en torno al masculino genérico no es exclusiva del mundo hispanohablante; en francés, alemán, inglés, solo por citar tres casos representativos, se dan discusiones similares. Y en respuesta a dicha discusión es que, desde hace algunos años, comenzamos a identificar en discursos públicos el uso de estrategias orientadas a visibilizar a las mujeres y a todas las identidades de género mediante diferentes recursos, algunos más conservadores, otros más novedosos, como los siguientes:   

  1. La elusión deliberada de formas con connotaciones sexistas (en la actualidad, por ejemplo, suele emplearse Día de la niñez como alternativa a Día del niño), mediante el uso de sustantivos colectivos de persona (la población argentina, en lugar de los argentinos) y de epicenos (como observamos en las nuevas ediciones del Diccionario de la RAE que sustituyen “hombre que” por “persona que” para definir profesiones antes ocupadas exclusivamente por varones). Hay que decir que estos recursos, aun cuando sean empleados de manera bienintencionada, pueden colaborar con la evitación del sexismo, pero no visibilizan a las mujeres ni a las identidades no binarias.
  2. El desdoblamiento de algunas formas en masculino-femenino (los niños y las niñas; los y las estudiantes) constituye una alternativa que sí favorece la visibilización de las mujeres, pero sostiene el binarismo.
  3. Esto sucede también con el uso de la @ -y su forma característica que parece encerrar una “a” en una “o”-, con la dificultad adicional de que es una opción solo posible en la escritura (l@s docentes).
  4. Frente a esa limitación, la famosa y disruptiva “x”[i] (en tanto ocupa el lugar del núcleo vocálico de la sílaba) sí permite incluir a las identidades de género no binarias. De uso exclusivo en la escritura (al ser imposible de pronunciar), Martín Menéndez (2021) le reconoce una potencialidad muy interesante en la medida en que deja libre a lxs lectorxs su interpretación (según señala, alumnxs puede leerse como alumnos, alumnas, o alumnes).  
  5. Finalmente, la irrupción de la controvertida “e”, que no es totalmente ajena a la morfología del español (aparece, por ejemplo, en la terminación de adjetivos clasificados como comunes en cuanto al género: una chica/un chico/une chique inteligente)[ii], presenta la enorme ventaja de poder emplearse también en la oralidad. Esta opción (junto a “@” y “x”) suele tratarse en la bibliografía especializada como morfema de género emergente, es decir, como un recurso que aparece para ocupar el lugar del morfema que corresponde al género gramatical en palabras que varían (como el primer grupo de sustantivos que describimos algunos párrafos más arriba).

En este punto, conviene distinguir otras miradas sobre el lenguaje: la mirada funcional, que lo interpreta como práctica social (Menéndez 2006), esto es, que analiza usos situados del lenguaje como los que involucran las opciones listadas, de la mirada normativa, que los regula y legisla sobre ellos. Frente a estos usos, la Real Academia Española -como la institución normativa que regula la lengua en el mundo hispanohablante- y la Academia Argentina de Letras -en nuestro país- insisten en que las formas innovadoras son innecesarias “pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género” y “no supone discriminación sexista alguna” (@RAEinforma)[iii]. Estas afirmaciones, por un lado, rechazan interpretaciones que ven en el masculino genérico “el correlato gramatical de un ordenamiento ancestral patriarcal de la especie” (Kalinowski 2019: 40; ver también Verschueren 2002: 113). Y, por otro, desconocen una evidente necesidad comunicativa de algunxs hablantes, vinculada a visibilizar de manera explícita todas las identidades de género, necesidad que no consiguen satisfacer con las opciones firmemente asentadas hasta hace algunos años (i.e. el masculino genérico o el desdoblamiento ocasional del damas y caballeros) y por la cual emergen estos usos innovadores[iv]. No siempre hay acuerdo absoluto respecto de cómo interpretar su circulación en la actualidad. Sí hay coincidencia en que estas formas intervenidas aparecen sobre todo en estilos cuidados, esto es, cuando lxs hablantes prestamos más atención a nuestro discurso. Sin embargo, para algunxs (Kalinowski 2019, 2021) se trata de un fenómeno retórico, fundamentalmente de orden léxico, de manera que algunas palabras son intervenidas en el discurso con el objetivo de propiciar una actitud inclusiva, atenta a la perspectiva de género (como sucede en este tuit de @paulina_cocina, publicado en abril de 2022: “Es hoy amigues! Los quiero ver a todos haciendo pastas eh”). Otrxs (Menegotto 2021) investigan la posibilidad de que se trate de un cambio lingüístico en proceso impulsado por ciertos sectores de las generaciones más jóvenes en tanto las formas intervenidas no solo son sustantivos y adjetivos sino también clases cerradas como los artículos (“les diputades que están indecises tienen que entender que hoy en día hay muchas mujeres que están muriendo”, le decía en junio de 2018 la estudiante de secundaria Natalia Mira al periodista Eduardo Feinman).

Solo el tiempo dará la respuesta sobre qué va a suceder en el futuro con el lenguaje inclusivo de género. Mientras tanto, la realidad es que ese conjunto de usos lingüísticos empleados por algunxs hablantes con el objetivo de visibilizar e incluir a todas las identidades sexo-genéricas existe. Desde la mirada funcional de las ciencias del lenguaje no se trata de obligar a usar ni de prohibir usos: se trata de observar la variación y describir las variantes para favorecer el acercamiento respetuoso a las distintas opciones seleccionadas por lxs hablantes. Se trata de contribuir, en última instancia, a la identificación de los vínculos, no siempre transparentes, entre el sistema formal, el uso de la lengua, el alcance de la norma, las relaciones de poder y las luchas identitarias, e invitar a reflexionar en torno a ellos.

[i] La opción que tomamos en este breve texto.

[ii] Aunque la “-e” también es marca de masculino en español, como vimos en nuestro ejemplo jef-e/jef-a, “en el imaginario de los hablantes es menos emblemática que la -o como marca de masculino” (Bonorino y Giammateo 2018:167).

[iii] @RAEinforma es la cuenta de Twitter de la Real Academia Española que recibe consultas sobre dudas lingüísticas usando los hashtags #RAEconsulta o #dudaRAE.  

[iv] No está de más aclarar que el uso del masculino genérico no supone, en sí mismo, una actitud machista. Sí creemos que es necesario incluirlo como una opción más junto a las otras opciones disponibles (como las que listamos), entre las cuales lxs usuarixs seleccionaremos la que más se ajusta a nuestros propósitos comunicativos en función del contexto de uso.

Referencias bibliográficas

• Bonorino, Paula y Giammateo, Mabel (2018) “El género”. En: M. Giammateo (Coord.) Categorías lingüísticas: entre la deixis y la subjetividad. Bs.As.: Waldhuter.  

• Halliday, M.A.K. (2017 [1977]) Ideas sobre el lenguaje. En: E. Ghio, F. Navarro y A. Lukin (Comps). Obras esenciales de M.A.K. Halliday. Santa Fe: Eudeba, Ediciones UNL, pp. 113-137.

• Kalinowski, Santiago (2019) en B. Sarlo y S. Kalinowsi. La lengua en disputa. Un debate sobre el lenguaje inclusivo. Bs.As.: Ediciones Godot.

• Kalinowski, Santiago (2021) Lenguaje inclusivo en usuarios de Twitter en Argentina: un estudio de corpus. En: A. Menegotto (Coord.) Siete miradas sobre el lenguaje inclusivo. Bs.As.: Waldhuter, pp. 83-94.

• Menegotto, Andrea, Cármenes, Jorge, Cócora, Amalia y Ochoa, Lucrecia (2014). El microscopio gramatical del español. Bs.As.: Tinta fresca.

• Menegotto, Andrea (2021) Español 2G y español 3G. Algunas propiedades gramaticales del lenguaje inclusivo. En A. Menegotto (Coord.) Siete miradas sobre el lenguaje inclusivo. Bs.As.: Waldhuter, pp. 43-64.

• Menegotto, Andrea (2023) Del español 2G al español 3G: el tema del género. En: I.V. Bosio (Comp.) El género del lenguaje y el lenguaje del género. Inclusión, binarismo y sexismo en clave de escritura y edición. Bs.As.: Eudeba, pp. 15-54.

• Menéndez, Salvio Martín (2006) Qué es una gramática textual. Bs.As.: Littera.

• Menéndez, Salvio Martín (2021) El uso de las grafías @ y X. ¿Una diglosia en curso? En: A. Menegotto (Coord.) Siete miradas sobre el lenguaje inclusivo. Bs.As.: Waldhuter, pp. 83-94.

• RAE y ASALE (2009) Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe.

• Trombetta, Augusto (2021) ¿Tendremos una morfología inclusiva en castellano? En: A. Menegotto (Coord.) Siete miradas sobre el lenguaje inclusivo. Bs.As.: Waldhuter, pp. 35-42.

• Verschueren, Jeff (2002 [1999]) Para entender la pragmática. Madrid: Gredos.

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Lic. María Belén Grisolía

Profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Doctora en el área Lingüística por la Universidad de Buenos Aires.
Jefa de Trabajos Prácticos en las materias Gramática I y II, Ayudante en Lingüística I y II en el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMdP
Profesora de Lingüística y Gramática III en el ISFD N°19.
Integra el grupo de investigación “Análisis del discurso”
(Depto. De Letras, Facultad de Humanidades, UNMdP).

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Lic. María Belén Grisolía

Profesora en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Doctora en el área Lingüística por la Universidad de Buenos Aires.
Jefa de Trabajos Prácticos en las materias Gramática I y II, Ayudante en Lingüística I y II en el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMdP
Profesora de Lingüística y Gramática III en el ISFD N°19.
Integra el grupo de investigación “Análisis del discurso”
(Depto. De Letras, Facultad de Humanidades, UNMdP).