Ser Paisaje
Daniel Fitte
Curada por Diana Aisenberg
Federico Fernández
Estudiante avanzado de la Licenciatura en Sociología, Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Mar del Plata.
Las repisas clavadas sobre la pared blanca aparecen iluminadas con una luz muy tenue mientras las bolsas de papel madera, apiladas y comprimidas, reposan tiradas en el suelo como si hubiesen sido desechadas con cierto cuidado. Adornos, ornamentaciones, lámparas y estatuillas se disponen como objetos cristalizados por una película de concreto despojados del paso del tiempo. Atrás, un mosaico de guantes de serraje percudidos insiste en recordarle al espectador el agenciamiento necesario para sedimentar lo habitable. Antes, las piedras calizas fundamentan no solamente la denominación de la instalación sino algo mucho más primario, los cimientos de un paisaje que ha sido intervenido para crear cosas en otra parte.
Ser Paisaje, de Daniel Fitte, se configura como una instalación que tensiona las relaciones sensoriales tradicionales que se dan entre lxs sujetxs y las obras de arte. El tacto, el olfato y la escucha se convierten también en esquemas visuales que convierten a la obra en una propuesta sinestésica. En esta clave, parece producirse un contacto metonímico con el paisaje olavarriense: la cal, la arena y el cemento se amalgaman con las piedras, los adornos y los objetos. En rigor, al decir de Claire Bishop, Ser Paisaje demanda un involucramiento por parte de lxs sujetxs que trasciende la mera contemplación superflua.
De esta manera, los objetos se disponen como puntos nodales de un tejido cultural que recupera tradiciones, historias y cosmovisiones propias de una comunidad empapada de esa misma cal. Así, la obra de Daniel Fitte recorre las apropiaciones y usos de agentes que ya no están ahí pero que sin embargo irrumpen constantemente en los nudos de las sogas, los pliegues de las bolsas de Loma Negra y en los agujeros de los guantes. Se construye, entonces, el retrato de un paisaje que se erige por fuera de lo geográfico.